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Vaca en Transición: Manejo de la alimentación y relaciones entre el metabolismo y sistema inmunológico.

TRODUCCIÓN

La vaca en transición es aquella que está entre los 21 días preparto y los 21 días posparto. La biología y el manejo de esta categoría se han convertido en uno de los focos de la investigación en nutrición en los últimos 15 años. Muchos de los trastornos metabólicos que afectan a las vacas durante el periparto están interrelacionados y se relacionan con la dieta suministrada durante el preparto (Curtis et. al., 1985). Más allá de los valiosos datos que arroja la investigación de la fisiología y nutrición de la vaca en transición este período continúa siendo un problema para muchos tambos de nuestro país, sobre todo, a medida que crece la intensificación de los sistemas y aumenta la producción individual.

METABOLISMO

La característica más importante del período de transición en el ganado lechero es el dramático cambio en las demandas de nutrientes que requieren de una cuidadosa coordinación del metabolismo para alcanzar los requerimientos de energía, glucosa, aminoácidos y calcio por la glándula mamaria luego del parto. Al cuarto día posparto se triplica la demanda de glucosa, se duplica la de aminoácidos, se quintuplica la de ácidos grasos (Bell, 1995) y se triplica aproximadamente la demanda de Calcio (Horst et. al., 1997). El animal adapta su metabolismo, favoreciendo el uso de glucosa por la glandula mamaria para la síntesis de leche, también adapta el metabolismo de lípidos produciendo una movilización de reservas de grasa (lipólisis) para cubrir las demandas energéticas ya que su consumo de alimento es bajo en la lactancia  temprana. Como ya mencionamos la demanda de calcio posparto se triplica respecto al preparto. Es así que la estrategia nutricional para minimizar la hipocalcemia posparto se basa en el control de los mecanismos endócrinos privilegiando la absorción intestinal y resorción ósea del calcio para que la vaca maneje más eficientemente este período de balance negativo del mineral.

MANEJO NUTRICIONAL DURANTE LA TRANSICIÓN

El objetivo primario de la estrategia nutricional adoptada en el período de transición debe responder a las adaptaciones metabólicas descriptas anteriormente. El período de vaca seca debería idealmente contemplar dos dietas diferentes según la cercanía del parto. Es por eso que se propone (NRC, 2001) una dieta para el primer período de secado (desde el secado hasta los 21 días preparto) con un nivel de energía de aproximadamente 1,25 Mcal/Kg ENL. Y otra dieta para el período de secado tardío (tres semanas preparto) entre 1,54-1,62 Mcal/Kg ENL. La razón de alimentar con dietas bajas en energía durante el primer período de secado es minimizar la ganancia de condición corporal. El excesivo aporte de energía durante este período tiene efectos negativos en la lactancia temprana (Dann et. al., 2003). De hecho, investigaciónes (Contreras et. al., 2004) sugieren manejar una condición corporal (escala 1 a 5) de 3,0 al secado en vez del tradicional 3,50-3,75. Respecto a cubrir las demandas de glucosa existe el debate sobre la importancia de la fuente y nivel de carbohidratos en la dieta preparto. Un concepto arraigado en la literatura (Rabelo et. al., 2003) es que dietas más altas en hidratos de carbono no fibrosos (HCNF) previo al parto promovían un desarrollo de papilas ruminales para una adecuada absorción de ácidos grasos volátiles. Sin embargo, Andersen et. al. (1999) reportaron que las vacas en este período no sufrían grandes cambios en el epitelio ruminal pero más allá de esto las dietas con mayor nivel de HCNF estimulan la adaptación de la microflora ruminal a la dieta que recibirá esa vaca luego del parto. Es así que la evidencia sugiere que el metabolismo y la performance de la vaca en transición son más sensibles al total de energía proporcionada por los carbohidratos que a la forma de los mismos (almidón vs. Fibra Detergente Neutro altamente digestible). La importancia del balance aniónico-catiónico de la dieta radica en que el ajuste de este parámetro mediante la adición de sales aniónicas es efectivo en reducir la incidencia de hipocalcemia posparto o fiebre de la leche (Block, 1984; Oetzel et al., 1988; Gaynor et al., 1989; Beede et al., 1991; Goff et al., 1991a). Sin embargo, como sugieren Overton y Waldron (2004), muchos de estos trabajos de investigación han sido realizados con animales con mayor riesgo de fiebre de la leche, como vacas multíparas y de raza Jersey. Adicionalmente los lotes control o testigo tenían una DCA (diferencia catiónica-aniónica) altamente positiva, esto es porque se usaron forrajes con una alta concentración de cationes que exacerbaban la diferencia entre los grupos control y tratado. En algunas regiones, la disponibilidad de forrajes con bajas concentraciones de potasio (K+) resultó en la adopción de una estrategia en que el balance aniónico-catiónico es ajustado mediante la disminución del contenido de K+ en la dieta preparto, sin recurrir a las sales aniónicas. Otro concepto que fue cambiando es el nivel de calcio en la dieta preparto. Estudios epidemiológicos de Curtis et. al. (1985) mostraron la falta de asociación entre el contenido de calcio de la dieta preparto y la aparición de fiebre de la leche. De hecho, la NRC (2001) descartó el potencial de dietas muy bajas en calcio durante el preparto para prevenir la hipocalcemia. En cambio, enfocaron la atención en el ajuste del balance aniónico-catiónico de la dieta [[Na++K+] – [Cl- + S-²]] para prevenir la alcalosis metabólica o inducir una acidosis metabólica compensatoria. Según cada situación productiva se debe evaluar si con bajos niveles de potasio y un balance aniónico-catiónico moderado alcanza para prevenir la fiebre de la leche o si esta requiere además la adición de sales aniónicas para controlar este trastorno. Esto dependerá de factores del animal (raza, nivel de producción, número de lactancias), de la dieta (ingredientes que la conforman, nivel de inclusión de pasturas, manejo) y del ambiente.

INTERRELACIONES ENTRE ADAPTACIONES METABÓLICAS Y EL SISTEMA INMUNE DURANTE EL PERÍODO DE TRANSICIÓN

Los resultados que arroja la investigación sobre la estrategia nutricional a adoptar durante el período de transición parecerían ser suficientes para poder formular una dieta que ayude al éxito en dicha fase. Sin embargo, a pesar de los conocimientos existe inconsistencia en términos de respuesta animal en tambos comerciales. Por lo tanto el éxito global del período de transición requiere que se investigue el manejo de la vaca en transición como un sistema integrado, donde la estrategia nutricional es solo un componente más de dicho sistema. Un área emergente de investigación dentro del metabolismo y manejo de la vaca en transición es la consideración de interrelaciones con el sistema inmune (Drackley, 1999; Drackley et. al., 2001). Además de las clásicas adaptaciones metabólicas descriptas, la vaca en transición experimenta un período de reducida capacidad inmunológica durante el periparto. Como describió Mallard et. al., (1998), esta disfunción inmunológica no sólo se limita a parámetros inmunes aislados sino que tiene un amplio alcance, afecta múltiples funciones de varios tipos celulares y dura entre 3 semanas preparto y 3 semanas posparto. La consecuencia de la inmunodepresión es que las vacas son más sensibles a la invasión de patógenos y por ende a enfermedades, particularmente a mastitis. La causa de la inmunosupresión del periparto es multifactorial y no del todo comprendida, pero parece deberse a los cambios fisiológicos relacionados al parto y al inicio de la lactancia y a factores metabólicos asociados con estos eventos. El siguiente esquema (Goff, 2006) resume algunas de las relaciones entre la nutrición y la salud del animal.

CONCLUSIONES

El constante progreso en el entendimiento de las adaptaciones metabólicas que sufre la vaca en el período de transición ha permitido el desarrollo continuo de estrategias nutricionales específicas. En suma, la investigación apoya tener 2 planes nutricionales para la vaca seca. En el período de secado temprano una dieta que minimice la sobrealimentación y engrasamiento del animal; para luego incrementar la energía en el secado tardío o preparto. También se sugiere prestar atención al total de carbohidratos suministrados durante el período de transición más que a la fuente de donde provienen estos carbohidratos. La movilización de calcio hacia la glándula mamaría posparto puede ser facilitada disminuyendo (acidificando) el balance aniónico-catiónico de la dieta durante el preparto, sin embargo el nivel de disminución adecuada para prevenir la hipocalcemia sigue siendo motivo de controversias y varía con cada situación productiva. Más allá de esta discusión no hay dudas sobre la utilidad de las sales aniónicas en poblaciones en riesgo a la hora de disminuir la incidencia de fiebre de la leche. La investigación futura sobre la biología y manejo de la vaca en transición será más fructífera si se conduce con un enfoque integrador de la biología más que el tradicional enfoque nutricional.

BIBLIOGRAFÍA

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